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Memoria de Labores
2013 - 2014
10
Fiscalía General de la República
Afirmar la Constitución es guardar la oportunidad histórica que ganamos con ella: es
preservar nuestra concordia, nuestra convivencia pacífica, nuestra ciudadanía. Nuestra
nación, la nación de ciudadanos, es mucho más valiosa que lo que intentan quienes
encuentran en ella una resistencia a sus proyectos delictivos. Lo es por la consideración
personal del ser humano, por el respeto al Estado de Derecho. Todo esto nos diferencia y nos
hace mejores.
De esa diferencia y de esa superioridad cívica verdaderamente radical debemos ser
conscientes los salvadoreños, y en ella debemos encontrar ánimo para enfrentar inteligente
y eficazmente a quienes pretenden dañar a nuestro pujante pueblo.
Eso sí, la justicia no puede continuar enfrentando a una criminalidad creciente, sin el
apoyo en todo sentido de los poderes del Estado. Y tampoco ninguna autoridad debe ajustar
sus acciones a la apuesta de la permanencia de sus cargos o dentro de su carrera o a las
posibilidades políticas de su progreso y ascenso, más que el apego al derecho y al deber en
favor del pueblo.
Como Fiscal General me comprometo nuevamente a invertir, en favor de las leyes de la
República que nos corresponden, toda la sabiduría de lo alto, el talento y la capacidad de
entrega que posea o alcance en virtud del mandato que me habéis concedido. Apelo además
al Dios todopoderoso, quien es capaz de leer claramente en los corazones de quienes entran
en la vida pública, para que sea testigo de que actúo así, no con la esperanza de ganarme
sus favores, sino solo por el bien de mi Patria. Créanme que tengo sed de justicia, porque si
hay justicia hay país.
También estoy convencido que a pesar de factores adversos, existen muchos funcionarios,
fiscales, jueces, policías, magistrados honorables, que actúan de acuerdo al derecho y
apegados a sus principios, en el ejercicio de sus responsabilidades. Ellos representan la
reserva moral y la conciencia de la justicia en el país. Estimularlos y protegerlos es un deber
y una sagrada obligación del Estado, pues sobre los hombros de estos honorables hombres y
mujeres, descansan las más nobles esperanzas de justicia de un pueblo que la reclama con
angustia y con legítimo derecho.
Me siento orgulloso de todo el personal de la Fiscalía. Con ellos y con toda energía,
diligencia y entereza estamos trabajando por el bien de nuestra nación que vive sedienta
de certidumbre y de instituciones independientes, responsables y creíbles. Aquí con toda
firmeza les reitero que están delante de una nueva fuerza fiscal, que con contundencia ha
dejado la pasividad atrás.