Página 7 - Memoria_VersionFinal-ok

Versión de HTML Básico

7
Honorables Diputadas y Diputados:
Hace más de dos años me propuse ser parte de una nueva historia de El Salvador, al asumir como Fiscal
General de la República. No solo juré ante ustedes, sino también ante toda una Nación que sería custodio
de la ley, como me demanda la Constitución, en su artículo 193. Desde entonces, con coraje y decisión
he empuñado la espada de la justicia con una mano y con la otra he sostenido la balanza. He rogado a
Dios Todopoderoso la habilidad y la fortaleza para tener el equilibrio correcto de hacer de la Fiscalía una
institución sólida, independiente, fuerte y justa. Y me siento satisfecho, porque no he escatimado esfuerzo
alguno para alcanzar estos objetivos.
Como muchos de ustedes saben, mi convicción del papel de la justicia como la primera virtud de las
instituciones sociales y, por tanto, los derechos asegurados por la justicia no están sujetos a regateos
políticos ni al cálculo de intereses particulares. En la Fiscalía no hacemos distinciones arbitrales entre las
personas, ni categorizamos los casos. Todos son importantes.
Me mueve la esperanza de un país mejor. Sé que podemos lograrlo, sé que vamos a lograrlo juntos, todos,
sin resentimientos, sin ideologías, porque los salvadoreños lo merecemos.
A las miles de familias que han perdido un ser querido a causa de las peores miserias que producen las
pandillas terroristas les digo que tengan la esperanza de que nuestro trabajo intenso en la Fiscalía General
va a contribuir a que nuestro país deje de ser un campo de dolor que nos impide vivir en paz, y tengan la
certeza de que unidos podremos recuperar la tranquilidad de la comunidad, de las escuelas, de los cultos
religiosos, de la diversión y esparcimiento.
En mi vida pública me he esforzado porque el trabajo de la institución esté encaminado a luchar con firme
decisión contra la delincuencia, para que la fuerza legítima del Estado asista a la construcción de la paz
verdadera y duradera.
Es fácil recopilar estadísticas, anécdotas e imágenes de la violencia, de la corrupción, de la impunidad,
pero muy difícil es intentar comprender y construir un camino hacia la paz. Muchos solo hablan de
tragedia y no de esperanza y dignidad, de trabajo honesto; y ser honesto para algunos es un acto de
resistencia, y en sus historias superficiales las usan de trampolín para sustentar el escándalo sin importar
estigmatizar a los salvadoreños de bien que exigen respeto, porque precisamente en la identidad y en la
historia de los habitantes de este país está la mayor fortaleza para recuperar la paz y una ratificación que
El Salvador es tarea de todos.
Las comunidades víctimas de la violencia inmerecida están cansadas de cargar el fardo de errores que se
han cometido como la tregua hipócrita, la cual enfrenté de cara a los salvadoreños. Que lo sepan tanto
las personas honradas como quienes infringen la ley. Nuestro esfuerzo, dedicación, patriotismo, entrega
y amor por El Salvador están en la causa de crear una comunidad con equidad, seguridad, justicia y paz.
A la Sra. Presidenta de la Asamblea Legislativa
Lorena Guadalupe Peña Mendoza
Su Despacho